Existen
De una marquesina de autobús ha hecho su morada, del banco su sofá y cama, de una bolsa de basura su armario. No tiene nada más, solo sus historias que cuenta en gallego cerrado a las personas que esperan el autobús y que pocos escuchan. Nunca pide nada, subsiste de lo que le da la gente, tan solo pide que alguien le escuche, que alguien se fije en ella supongo para sentirse viva, para ver que todavía existe, lo demuestra el hecho de pasarse horas y horas en la marquesina viendo pasar la vida y hablando a todo el que se acerca a esperar el autobús.
El domingo comenzó a contarme una historia que a duras penas entendí, empezó risueña pero al final acabó llorando, no supe reaccionar porque como digo, no la entendí muy bien, solo acaricié su mejilla arrugada por el paso de los años y de estar expuesta a las inclemencias del tiempo. Así quedó la cosa y me fui, mal conmigo mismo, pensando porque no me había quedado más tiempo con ella.
Desde pequeño siempre me han llamado la atención las personas sin hogar, el vivir cerca de una iglesia y el estar bastante tiempo metido en el bar jugando al Pinball (con dinero que a veces me daban ellos) lugar donde me los encontraba, me marcó y siempre que he podido me he acercado a ellos. Muchas veces pasamos a su lado como si no existieran y últimamente yo, lo hago a menudo, cosa que me jode.
Ahora mismo se me ha olvidado el nombre de ella, porque nombre si que tiene, como todos nosotros. Desde aquí solo puedo decirte que la próxima vez te haré más caso, te escucharé más, dejaré pasar mi autobús.
Maktub.
El domingo comenzó a contarme una historia que a duras penas entendí, empezó risueña pero al final acabó llorando, no supe reaccionar porque como digo, no la entendí muy bien, solo acaricié su mejilla arrugada por el paso de los años y de estar expuesta a las inclemencias del tiempo. Así quedó la cosa y me fui, mal conmigo mismo, pensando porque no me había quedado más tiempo con ella.
Desde pequeño siempre me han llamado la atención las personas sin hogar, el vivir cerca de una iglesia y el estar bastante tiempo metido en el bar jugando al Pinball (con dinero que a veces me daban ellos) lugar donde me los encontraba, me marcó y siempre que he podido me he acercado a ellos. Muchas veces pasamos a su lado como si no existieran y últimamente yo, lo hago a menudo, cosa que me jode.
Ahora mismo se me ha olvidado el nombre de ella, porque nombre si que tiene, como todos nosotros. Desde aquí solo puedo decirte que la próxima vez te haré más caso, te escucharé más, dejaré pasar mi autobús.
Maktub.
6 comentarios
mariajo -
Lydia -
Un señor se quedó en la puerta de Telepizza mientras comíamos todos los demás. Él tenía hambre, entró a comer lo que los demás dejaron. Me sentí francamente mal. Le dimos la mitad de la nuestra y lo agradeció con una sonrisa inolvidable.
Saludos ;)
Belén -
Sory -
Un besazo ! :)
Beca -
besos
ly -